Si queremos aprender a participar hemos de evaluar lo que nos pasa en los procesos participativos que realizamos.
El pasado 19 de diciembre de 2015, presentamos públicamente el Libro Blanco de Democracia y Participación Ciudadana, elaborado con la colaboración de más de 400 personas y 150 entidades. Se trata de un documento oficial que constituye un gran punto de partida para que el trabajo coordinado entre el gobierno y la ciudadanía contribuya de verdad a conseguir un territorio más cohesionado, integrador e innovador, capaz de transformar, generar riqueza desde la diversidad y actuar como motor del progreso sostenible.
Pero para avanzar en la cultura participativa la administración ha de promover un gran cambio en su forma de actuar, procurando la escucha, el diálogo y la cooperación con transparencia, haciendo autocrítica y esforzándose por compartir el liderazgo con la comunidad. Colocar la participación en la agenda pública no es tarea sencilla y modificar toda una cultura organizativa tampoco. Además, la participación exige un aprendizaje colectivo, no sólo de los responsables públicos y de los empleados y empleadas públicas sino también de la ciudadanía, más allá de las reivindicaciones, en clave de corresponsabilidad y compromiso con el bien común.
Por ello hemos de lanzar los procesos participativos de forma muy cuidadosa, tratando de ajustarlos a los objetivos que queremos conseguir, estableciendo claramente las reglas del juego, esforzándonos por utilizar de forma muy flexible mecanismos, canales y herramientas diversas que den cabida a las personas, grupos y agentes cuya perspectiva deba tomarse en consideración y procurando los consensos y las visiones compartidas. La participación no se improvisa, exige un buen diseño, una exquisita ejecución y una evaluación de sus resultados e impactos.
Para contribuir a la evaluación de los procesos participativos estamos construyendo un modelo propio, a partir de algunas experiencias de participación recientes en el Gobierno Vasco (el “Programa de paciente activo”, el “Plan de formación permanente del profesorado 2014-2017”, la “Declaración de zonas especiales de conservación”, el “Decreto de reordenación de la Red Vasca de Ciencia, Tecnología e Innovación”, el “Plan Director de Vivienda 2013-2016”, el “VI Plan de Igualdad entre mujeres y hombres” y el “Libro Blanco de Democracia y Participación ciudadana”). Se trata de analizar, en esta muestra de intervenciones públicas de la acción de gobierno tan diversas, los factores que contribuyeron a obtener buenos resultados y aquellos que los condicionaron negativamente, para elaborar una guía práctica de general aplicación.
A priori, ya se conoce que el liderazgo e implicación de los responsables políticos y equipos técnicos, por ejemplo, son factores determinantes. Y que también los son algunos otros como:
- La claridad y viabilidad de los objetivos que se persiguen, ya que no requiere los mismos medios pretender una sensibilización, un aprendizaje compartido, la generación de propuestas o la corresponsabilización para acometer las posibles soluciones a un problema colectivo complejo
- La diversidad y representatividad de las personas convocadas y de las que acuden efectivamente, no en clave institucional sino de enfoques y visiones múltiples
- La adecuación y suficiencia de los recursos empleados: los canales, los espacios de participación, las dinámicas de creación colectiva o de obtención de consensos…
- La transparencia del proceso, en la información y en los fines a conseguir, y en la devolución de los resultados….
- La implementación efectiva de los resultados. Sin que ello suponga la dejación de la responsabilidad del cargo electo el despliegue de los consensos o propuestas obtenidas de un proceso participativo contribuye a la generación de confianza y retroalimenta positivamente en futuros procesos participativos
Pero no queremos hacer una guía teórica al uso a partir de los presupuestos que ya contemplan manuales académicos, sino una herramienta flexible y práctica que nos ayude a cuestionarnos, a reflexionar, a hacer autocrítica, que nos estimule a hacer las cosas cada vez mejor, a experimentar nuevas formas de hacer, a aprender a cogestionar lo público y a perder el miedo a la incertidumbre que siempre genera hacer las cosas de un modo diferente.
En la sesión inicial de trabajo colaborativo, que iniciamos el pasado 1 de junio con los compañeros y compañeras de estas 7 experiencias de participación que estamos analizando para realizar el modelo de evaluación, decía el equipo de vivienda –que obtuvo el premio a la transparencia y a la búsqueda de consenso en el año 2012 de la ONU por el Pacto Social por la Vivienda- que ya no saben hacer la planificación de vivienda sin participación ciudadana, a pesar de las dificultades y de que los resultados sean siempre mejorables (Memoria de Participación Ciudadana en el proceso de elaboración del Plan Director de Vivienda 2013-2016 ).
Cualquier contribución a este proyecto nos será de gran ayuda. Las aportaciones pueden realizarse en este espacio de Irekia .
De cara al nuevo PIP 2014-2016 no se plantea el cambio de la Misión y de la Visión que se formularon para la anterior edición del Plan. Por tanto, la Misión y la Visión del PIP 2014-2016 son las siguientes:
Formulación estrátegica del PIP 2014-2016:
Misión: “Construir una Administración innovadora y abierta que ofrezca a la sociedad servicios de calidad, eficientes, eficaces y seguros, en colaboración con su entorno y con la participación activa de la ciudadanía, contando con las personas como protagonistas del cambio, y todo ello basado en los nuevos valores de gobernanza: apertura, orientación a resultados, transparencia e innovación”.
Visión: “La Administración vasca como un espacio de relación entre una ciudadanía corresponsable y unos profesionales del servicio público orgullosos de trabajar para el bienestar de la sociedad”.